sábado, 1 de agosto de 2015

"Vertical de 10 años de B Crux Blend junto a José Spisso"

Realizar una cata vertical de una etiqueta de alta calidad dirigida por su hacedor es una experiencia única. Resulta, además de placentera, sumamente nutritiva para cualquier consumidor interesado en el tema dado que, al placer que naturalmente nos regala un vino “bien envejecido” por los años, le agregamos la posibilidad de percibir de qué manera han impactado sobre él, año a año, las diversas variables como el clima, su composición varietal, las tareas en la viña, el proceso de vinificación o la crianza.



El vino que catamos fue el B Crux Blend de Bodega O. Fournier, en sus añadas desde el 2001 hasta el 2010, junto al jefe de Enología de la bodega, José Mario Spisso. Vale destacar que Spisso está desde el nacimiento de O. Fournier; de hecho, participó del desarrollo de la bodega a fines de los años noventa. Luego de su importante tarea en Clos de los Siete, José Manuel Ortega Gil Fournier lo convocó para llevar adelante su proyecto de viñedos y bodega de alta calidad en la zona de San Carlos (Valle de Uco). Spisso cuenta que desde los comienzos tenían en claro elaborar vinos de guarda “en un país donde tanto las bodegas como los consumidores no tienen una cultura de guardar y disfrutar de los vinos luego de muchos años posteriores a su cosecha”.


Las notas y conclusiones que compartiré a continuación surgen tras haber realizado la cata vertical de diez años completa, en dos oportunidades en una misma semana; tal como anticipé, la primera junto a Spisso, y la segunda a la par de un grupo de clientes.



Las botellas degustadas fueran todas magnum (1,5 l), procedentes de la cava privada de O. Fournier, con lo cual las condiciones de guarda fueron las ideales, dado que ese tipo de envase es de los que más favorecen para la “buena guarda”. De un total de 21 botellas descorchadas entre las dos ocasiones, solamente una no se mostró en estado óptimo, aunque de todos modos se podía beber y disfrutar.
Comentaré las añadas, junto a algunas notas y conceptos que recogí de la charla con José Spisso. Trataré de describir de la manera más simple y clara cada uno de los vinos, para compartirlos aquí desde mi humilde percepción.

B Crux Blend 2001 (85% tempranillo / 4% malbec / 11% merlot):
Llamativa la intensidad y complejidad aromática que mantiene a pesar del tiempo; en boca también se presenta excelente, pero algo me hace sospechar que no tiene mucho más para crecer, posiblemente esté transcurriendo un momento de meseta óptimo. Según Spisso, a pesar de haber sido un año bueno, algunas lluvias en febrero provocaron que se perdiera un poco de concentración.
B Crux Blend 2002 (60% tempranillo / 20% malbec / 20% merlot):
A pesar de sus trece años, se muestra con fruta aún presente, con una gran complejidad; además, conserva frescura y llamativa intensidad en boca y color; claramente por su integridad y equilibrio, resultó uno de los vinos de la noche. Todo termina de cerrar cuando Spisso aclara que la 2002 fue una de las mejores cosechas, climatológicamente hablando, desde entonces hasta ahora, la cual posibilitó una maduración larga y lenta, ideal para la uva; esto, sin dudas, se ve reflejado en el vino.
Notarán que en esta añada aumenta el porcentaje de malbec. Según Spisso, la idea fue aportar elegancia y medio de boca; mientras que el merlot aporta cierta complejidad con notas que tienen que ver más con las especias, pimienta y toques piracínicos.
B Crux Blend 2003 (60% tempranillo / 20% malbec / 10% merlot / 10% syrah):
A diferencia de la anterior, en boca se siente un poco el alcohol; por ende, carece de esa acidez que destacamos en la 2002. A pesar de ser un año más joven, se lo encuentra algo más evolucionado tanto en color como en sus aromas de nariz y de boca. Los resultados en este vino se explican en el hecho de que el 2003 fue un año de mucho calor, por lo cual la madurez azucarina (alcohol potencial) llegó a la uva bastante antes que la polifenólica. Según Spisso, en la Argentina podemos controlar el riego para que la planta no se deshidrate, pero no podemos controlar al sol, “y si la planta sufre, lo manifiesta en el vino”. Por último, Spisso aclara que el 10% de syrah se colocó para aportar volumen.
B Crux Blend 2004 (50% tempranillo / 40% malbec / 10% merlot):
Al degustarlo, en ciertos aspectos me hace recordar al vino anterior: evolución en el color, y el alcohol que nuevamente asoma, pero bastante menos que en la 2003. Spisso comenta que el 2004 fue un año muy seco, lo cual hace que la piel de la uva sea más resistente y dura. Como los taninos del tempranillo tienen cierta rusticidad, se decidió aumentar el porcentaje de malbec para domarlos y lograr un vino más ameno.
Cabe destacar que, si bien esta línea fue concebida imaginando que el tempranillo sería el protagonista principal en el blend, año a año no fue tan así, porque, según la necesidad, fue el malbec la variable en incrementar su porcentaje para compensar cada añada.
B Crux Blend 2005 (60% tempranillo / 35% malbec / 5% Syrah):
Si uno observa las fichas técnicas de cada año, comprueba que a partir de este 2005 disminuye el aporte del roble, ya que en ese año se comienza a utilizar barrica de segundo uso. Pese a ello, encuentro un vino en el que las notas de crianza están bastante presentes, con mínimos rastros de fruta, pero igualmente posee una frescura destacable tanto en nariz como en boca. Con respecto al año, Spisso comenta que en el 2005 hubo una gran helada en noviembre, especialmente en el Valle de Uco, y que a las plantas les costó recuperarse. No me imagino cómo seguirá la evolución de esta añada, porque, a pesar de la carencia de fruta, posee un nervio en boca sumamente interesante.
B Crux Blend 2006 (60% tempranillo / 40% malbec):
En este 2006 vuelvo a percibir el equilibrio perfecto que en las tres añadas anteriores me costó encontrar. Con todos sus componentes bien integrados, transita un excelente momento. Dudo si seguirá creciendo, creo que lo mejor es disfrutarlo hoy. En cuanto a la marcha climática, Spisso sólo aclara que fue un muy buen año.
B Crux Blend 2007 (60% tempranillo / 10% Malbec / 15% syrah / 15% cabernet sauvignon):
Encuentro relación con la añada anterior, como una continuación pero con más intensidad y una potencia extra en boca; con el valor agregado que lo mejor estará por venir: considero que tiene tranquilamente cuatro o cinco años de crecimiento. De nuevo, se condice con la descripción del clima, que en general fue frío durante el 2007. La primavera y un mes de marzo con tendencia a ser frescos colaboraron a la buena maduración de las cepas de ciclo vegetativo largo; de hecho, es la primera vez que encontraron óptimo el cabernet sauvignon y por ello ingresó con un 15% a formar parte como componente del corte. Quizás ese cabernet sea uno de los responsables de esa “sensación de potencial de crecimiento” percibida en boca.
B Crux Blend 2008 (60% tempranillo / 30 % malbec / 10% merlot):
Cuando degusto el vino, lo encuentro correcto por donde se lo mire, pero no percibo la complejidad y carácter que me ofrecieron los años anteriores. Me pregunto si ya habrá pasado su mejor momento. Aclaro que el vino está bien, pero me genera ciertas dudas que espero confirmar cuando pruebe la 2009. Spisso sólo comenta que fue un año en promedio normal, con muy buena sanidad de la uva, caluroso al principio y frío para la época de la cosecha.
B Crux Blend 2009 (35% tempranillo / 50% malbec / 15% touriga nacional):
Este 2009 vuelve a entregarme lo mejor de lo que espero de este blend: sumamente expresivo en aromas de boca y nariz, confirmo el contraste con la añada anterior. De seguro tenga una buena evolución; el tiempo lo confirmará. Spisso comenta que fue un año bastante normal con respecto a las precipitaciones y a las temperaturas, y nuevamente destaca buena sanidad de las uvas. Sorprende la touriga participando del corte. Según Spisso, haber encontrado tan buenos resultados luego de vinificarla lo motivaron a incorporarla para que forme parte del blend.
B Crux Blend 2010 (40% tempranillo / 40% malbec/ 10% cabernet / 10% touriga nacional):
Siento a este 2010 como una excelente continuación del anterior. Desde mi humilde opinión y gusto, creo que será el estilo de blend que más disfrutaré como consumidor. Encuentro en boca una “tensión especial” que no hallé en ninguno de los anteriores: los aromas del roble, a pesar de ser el más joven, están lejos de ser protagonistas; la sensación es que la crianza tuvo como principal función integrar estas cuatro cepas y potenciar sus atributos, que no precisamente se traducen en potencia, sino en amalgamiento y redondez. Presiento que de aquí en adelante tendrá gran capacidad de “lento afinamiento”.
Otra vez todo vuelve a tener relación con el clima: según Spisso, además de que la marcha fue excepcional, tuvieron un manejo especial sobre el viñedo de tempranillo, plantado en vaso, logrando una muy buena maduración, cuyo resultado es un grano de uva más chico, similar al tamaño de la baya que se da en España.



Para resumir, sobre un nivel de vinos muy bueno, hubo añadas que por su estado (2001 / 2002 / 2006) o potencial (2007 / 2009 / 2010) fueron excelentes en mi opinión. Las sutiles, y no tanto, diferencias de calidad se condicen directamente con la marcha climática, ya que el resto de los factores que pueden impactar sobre el vino en general se mantuvieron año a año. Si bien los cortes surgen de una cata a ciegas de aproximadamente 150 lotes diferentes de vinos, proceden siempre de los mismos viñedos. Es indudable que año a año se mantuvo un estilo con respecto a la vinificación y crianza, sin caer en modas de vinos “super extraídos y concentrados”, en las cuales sí cayeron otros productores.
La producción anual promedio de esta línea también se mantuvo bastante constante: alrededor de 50.000 botellas, más-menos 10.000 según la añada.
Para sumar información con respecto al clima de la región, Spisso aclara: “los tiempos de madurez en nuestra zona son casi los mismos que en Tupungato. Hay una entrada de vientos fríos del sur que colaboran a acentuar la amplitud térmica; 20 km de donde está la bodega hacia el sur es lo último que hay en producción antes de San Rafael. Las antiguas fincas están en parral; si estuvieran en espaldero, se helarían y no se podría cosechar nada”.
Si bien queda claro que desde su concepción el B Crux Blend fue pensado para la guarda, con resultados que están a la vista, vale aclarar que esta línea no es el tope de gama de la bodega. Por sobre ella están los Alfa Crux y, más arriba aún, los iconos O. Fournier, Malbec 2008 y Cabernet/Syrah 2006; con una crianza en barrica nueva de veinte meses, bastante mayor que los B Crux, que es de doce y en barricas de segundo uso.



Refiriéndose a las puntuaciones de la crítica, Spisso comenta que por lo general es sobre los vinos recién salidos al mercado: “una cosa es hacer vinos jóvenes con alto puntaje, y otra cosa es hacer un vino que se pueda guardar, evolucionar y que tenga consistencia en la calidad año a año; para lograr eso, son muchos detalles y cuidados especiales dentro de la bodega”. Personalmente, hoy encuentro los verdaderos resultados, y son a largo plazo.
Por ejemplo, ¿quién hubiera imaginado hace diez años que el 2002 iba a entregarnos todo lo que nos brinda hoy?
Con respecto al momento en que el vino sale al mercado, actualmente (2015) está a la venta este blend 2010. Aclaro esto porque no es habitual que todas las bodegas hagan la estiva de sus vinos de alta gama durante tanto tiempo. Por lo general, salen bastante antes a la venta, y es el consumidor quien tiene que cargar con la guarda del vino si desea disfrutar de un producto bien redondeado; en el mejor de los casos, dicho consumidor también debería contar con el lugar apropiado para la guarda, que nunca podría igualar al de la bodega.
Hoy estamos comprando el 2010. A pesar de que es un vino que tranquilamente se podrá guardar una década más, hoy se encuentra sumamente ameno y con taninos muy amables al paladar. Por lo visto, el valor agregado de la guarda en origen es un detalle no menor para tener en cuenta; cuando muchas veces con otras etiquetas es habitual que tengamos que esperar entre dos, tres o cuatro años para que el vino llegue a su momento óptimo. Aquí podríamos empezar a hablar de un costo financiero anual, entre otras cuestiones sobre las cuales ahora no viene al caso polemizar. Prefiero imaginar y empezar a programar la próxima vertical de Alfa Crux que aún está “bien guardada” esperando en la cava de la bodega.




















1 comentario:

  1. Muy buena la experiencia! Felicitaciones y lamento no haber podido concurrir.
    Un abrazo!

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